A una semana de haber sido internada de urgencia junto a su marido y su pequeña hija, la actriz contó qué fue lo que descubrió al empezar a reconstruir lo sucedido. Realizo una nota con Catalina Dlugi en su programa de radio #AgarrateCatalina x @Laoncediez
A una semana del “recontra sustazo”, María Fernanda conto al portal Telesho: “Cuando no tiene que ser, no es. Fue un sueño terrible. Una prueba que te hace renovar la percepción de la vida”.
“Todavía no nos recuperamos; quedan algunos síntomas por unos días. Tendremos un seguimiento de un mes. Porque, hay que decirlo: el monóxido de carbono puede dejar secuelas -dice Callejón-. Los adultos (por ella y su marido) quedamos un poco traumados; por suerte mi hija no: lo vivió como una aventura. Al principio se asustó, por supuesto: ‘Mamá, ¿adónde me llevan? Mamá, ¿qué me pasa?‘”. Es que esa tarde Giovanna tuvo que ser derivada a una cámara hiperbárica para su tratamiento.
Apenas los tres regresaron a casa luego del alta, la actriz tomó una decisión: “Lo primero que hice fue cambiar todo el sistema de calefacción de mi casa: las estufas… ¡a la mierda! Tampoco quiero estigmatizar a los tiro balanceado, porque esto se puede prever. Pero cambié todo”.
En plena reconstrucción de esas horas previas a la intoxicación, tratando de recordar todo lo que había hecho, la actriz se sorprendió por una situación puntual. “Me parecía que iba a pasar algo…”, advirtió, antes de compartir su revelación.
“Ese viernes me levanté mucho más temprano de lo habitual, porque vengo acostándome y levantádome tarde por la cuarentena. Generalmente me voy a la cocina a hacer mi mate, (pero) me levanté e inmediatamente, dormida, y como estaba la casa, helada, prendí velas. Y cuando las estaba prendiendo, digo: ‘¿Por qué yo estoy prendiendo estas velas? Qué raro que esté haciendo este ritual, dormida… Bueh’”.
María Fernanda dice que sintió “el peligro”. Y se explica: “Me levanté muy dormida, y es imposible que uno se levante a prender una vela. Esta cosa del ritual que yo hago con mi fe, porque tengo mis angelitos, que les pido… Y me levanté directo a eso”, dice, todavía sorprendida.
Ese fue “un viernes fatídico”, al que le siguió “un sábado de terror”. Luego de que los técnicos colocaran en su casa la estufa de tiro balanceado nueva, se descompuso. Lo mismo le pasó a su marido. “Y ninguno de los dos podíamos dilucidar por qué era. Entrás en un estado de confusión. Para que la gente lo entienda: no te llega el agua al tanque”, graficó sobre la confusión que genera una intoxicación de este tipo.